El asma es una enfermedad crónica de la vía aérea que consiste en la inflamación bronquial con la consecuente broncoconstricción (contracción de los músculos que rodean a los bronquios) y mayor producción de moco. Los síntomas más frecuentes son: disnea (falta de aire), tos, silbidos en el pecho y sensación de opresión en el pecho.
Esta enfermedad afecta a casi 4 millones de argentinos y constituye una importante carga para el sistema de salud y la sociedad, por el ausentismo laboral y escolar; y la alteración en la vida familiar y social.
¿Qué es una “crisis asmática”?
Es una enfermedad de curso variable. Las “crisis asmáticas” son episodios en los que la enfermedad empeora por un corto tiempo y pueden ser potencialmente graves. Pueden aparecer como consecuencia de la exposición a alérgenos, humo de tabaco, infecciones (más frecuentemente virales), ejercicio o estrés. En ocasiones puede desencadenarse por la ingesta de determinados medicamentos, como la aspirina.
¿Cómo saber si una persona es asmática?
El diagnóstico se realiza mediante una evaluación médico-clínica minuciosa, el examen físico y la espirometría, que muestra una obstrucción de la vía aérea variable; y que mejora luego de la administración de broncodilatadores.
¿Hay diferentes tipos de asma?
Según la severidad de los síntomas, la presencia de exacerbaciones (o “ataques de asma”) y el compromiso funcional de la vía aérea se clasifica en asma leve, moderado o grave.
Existen, a su vez, distintos “fenotipos” de asma, que son los rasgos distintivos de la enfermedad. Ejemplos de esto son: el asma de inicio temprano, que habitualmente se acompaña de síntomas alérgicos y rinitis alérgica, el asma asociado a la obesidad, de inicio en la adultez, o asociado a drogas como la aspirina, entre otros.
¿Cómo se trata el asma?
El tratamiento debe ajustarse en forma individual, debido a que hay diferentes tipos de asma según el mecanismo inflamatorio que predomine. Además, hay muchos factores que empeoran el control de los síntomas, como la obesidad, la rinitis o el reflujo gastroesofágico y es importante tratarlos también. En la actualidad contamos con muchas opciones terapéuticas para lograr el control de los síntomas y que los pacientes puedan llevar una vida absolutamente normal.
Sólo el 5 a 10% de los pacientes asmáticos tiene lo que se denomina “asma severo o de difícil control”. Es importante diferenciar el asma de difícil control del asma “mal controlada” que puede deberse al inadecuado tratamiento o el incorrecto uso de los dispositivos, sin necesariamente ser un asma grave.
El tratamiento se basa fundamentalmente en la administración de corticoides inhalados, comúnmente conocidos como “puffs”, combinados con broncodilatadores y otros medicamentos que pueden ayudar a estabilizar la enfermedad, disminuir los síntomas y prevenir la aparición de exacerbaciones.
Los paciente asmáticos muchas veces se “acostumbran” a sentirse fatigados, con tos, o silbidos, y limitan sus actividades por este motivo. En realidad, sólo deben ser evaluados adecuadamente por un especialista en neumonología que les pueda brindar el tratamiento y asesoramiento adecuados para controlar la enfermedad.
Consejo final
Hay muchas cosas que todavía no sabemos, pero lo que sí sabemos, es que a los pacientes asmáticos que están adecuadamente tratados y no suspenden el tratamiento, les va mejor.
En esta época de pandemia, no deje de consultar con su neumonólogo. Hoy es posible llevar una vida normal teniendo asma.